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Basauri

Iker Plaza: «Este trabajo es como intentar tirar una pared a cabezazos, pero me encanta»

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Iker Plaza // Haizea Juárez

En un piso de Basauri entre 6 y 7 menores extranjeros no acompañados (MENAS) aprenden a adaptarse y encontrar la manera de «sacarse las castañas» gracias al trabajo del equipo educador y de Iker Plaza (Bilbao, 1981), coordinador de las Unidades Semiautónomas de Leioa, Basauri, Santutxu, Usánsolo y Galdakao. Iker nos cuenta cómo conviven los jóvenes en este centro de menores que lleva funcionando desde 2015 y cómo es la experiencia de estos chicos para conseguir salir adelante.

¿Qué es exactamente este sitio? Es una Unidad Semiautónoma, podría asemejarse a un “piso de estudiantes” de 6-7 plazas donde ellos hacen todo solos. Se les prepara para que, cuando lleguen a la mayoría de edad, sepan desenvolverse de forma autónoma y eficiente allá donde vayan. Se hacen ellos la compra, la comida, la limpieza, van a clase… De toda la red de MENAS de Bizkaia nosotros somos los centros en los que menos chavales ahí ya que queremos que su experiencia se asemeje todo lo posible a lo que se encontrarán fuera.

¿Qué perfil de menores acogéis? Solo acogemos varones extranjeros de entre 16 años y medio hasta los 18, con un nivel de autonomía, madurez y comportamiento muy altos. Se hace una selección entre todos los centros de MENAS de Bizkaia y eligen a aquellos que han presentado muy buen comportamiento y que han demostrado que pueden vivir solos. Por norma general suelen llegar ya con 17 años y varios meses, por lo tanto, están muy poquito tiempo con nosotros y debemos hacer unos procesos muy cortos e intensos.

En su mayoría acogemos marroquíes, pero también trabajamos con menores de cualquier origen; tengo chavales de Ghana, República de Guinea, Costa de Marfil, Senegal, Argelia… El único requisito para entrar en la red de MENAS es ser menor extranjero no acompañado. En cuanto un chaval llega solo a Bizkaia y dice que es un menor automáticamente se le acoge en la red y, si cumple todos los requisitos, puede optar a venir a uno de estos pisos. Si el menor tiene algún familiar en la península se intenta el acogimiento; algunos lo aceptan y otros no, generalmente por falta de recursos. Pero en principio, muchos tienen familia aquí.

Suelen llegar sin documentación, ¿cómo comprobáis que sean menores? Hay chicos que llegan con su DNI o pasaporte, por lo que tienes que dar validez, en principio, a ese documento, y otras en las que llegan sin nada y dicen que son menores de edad. En esos casos, la fiscalía requiere una prueba de edad que determina, más o menos, si un chico es mayor o menor. Si las pruebas confirman que es menor de edad, se le acoge y se le pide que aporte lo antes posible documentación para comenzar a tramitar el permiso de residencia español. La fecha en la que se realiza la prueba de edad se determina como fecha de referencia para saber cuándo cumple los años. Si no lo es, se queda automáticamente en la calle.

¿Y cómo llevan la convivencia entre diferentes culturas? Se respetan, básicamente porque no les queda otra. Les dejamos muy claro que a una Unidad Semiautónoma no vienen a hacer amigos, si pueden hacerlo mejor, pero tienen que acostumbrarse a que normalmente no podrán elegir a sus compañeros de trabajo, de clase… Tienen que aprender a convivir con el diferente. No hemos tenido muchos problemas de todas formas. Ellos vienen de la red de MENAS donde ya han convivido con muchos más chavales.

¿Y no es un cambio muy estresante para estos jóvenes? Parece estresante, pero no lo es. Ellos trabajan mucho para llegar a una Semiautónoma. Vienen de centros donde, a pesar de estar muy bien, su número de compañeros va desde 24 hasta 100. No es lo mismo vivir ahí que estar en un piso con otros seis compañeros donde tienes un montón de privilegios además de un montón de obligaciones. Estos chavales agradecen venir y normalmente suelen aprovechar esta oportunidad. Es verdad que les cuesta adaptarse un poco al funcionamiento de las Semiautónomas porque están acostumbrados a tener educadores todo el día. Nosotros les guiamos, les asesoramos, pero no estamos todo el día encima de ellos.

No todos se adaptan…  Hay algunos chavales que acaban pagando el cambio. Nosotros tenemos una normativa bastante rígida e intolerante en cuanto a ciertos comportamientos. Por ejemplo, un consumo de cualquier tipo, cometer algún delito, subir a alguien a casa o no dormir una noche en el centro implica una expulsión automática y al día siguiente están en otro centro. Les damos mucho, pero les exigimos mucho. Y en esta transición, de estar en un centro con muchos educadores a otro en el que casi están solos, algunos se pierden… equiparan la libertad con libertinaje. Es normal, son adolescentes. Pero son muy pocos los casos en los que hemos llegado a expulsar a alguien. En 2018 han sido 7 entre los 78 atendidos en todas las Semiautónomas.

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Jóvenes MENAS // Cedida

¿Qué ocurre cuando estos jóvenes cumplen la mayoría de edad? Cuando llegan a los 18 años tiene derecho a quedarse hasta que nos llegue una carta de diputación que comunique el cierre de expediente. De todas formas, es un centro abierto y pueden marcharse cuando quieran, incluso siendo menores. Los chavales que cumplen ciertos requisitos pueden optar a un Plan Joven que les proporciona una pequeña ayuda de 347 euros. Tienen plazas limitadas y cuando se ocupan entran en lista de espera. No es algo inagotable. Cuando hay hueco les llaman, mientras tanto, en la calle. No tienen más ayudas de las que una persona de aquí pudiera optar. Todo chico acogido durante un mínimo de dos años por la diputación puede optar a la nacionalidad. Aún así, conseguirla es complicado, tienen que preparar exámenes, papeles del lugar de origen, pagar tasas… Solo en dinero serían unos 750-800 euros que deben abonar ellos de forma directa. La mayor parte de los chicos no han estado dos años acogidos, por lo que, para conseguirla, tiene que demostrar que han estado diez años ininterrumpidos en España, incluyendo exámenes, papeles del país de origen, tasas…

¿Has conocido a chavales que se han quedado en la calle tras salir del centro? Sí, han tenido que esperar a entrar en el Plan Joven y han tenido que estar en la calle. Chicos que han hecho procesos muy buenos con nosotros y que andan intentando terminar los cursos que empezaron en el centro. Son chavales que a la formación le dan muchísima importancia porque es una oportunidad de conseguir un contrato de trabajo, que es al final lo que les salva, no la ayuda, sino encontrar un trabajo.

¿Es difícil para ellos encontrar un empleo? Es prácticamente imposible. La ley de extranjería es muy restrictiva con los contratos. Si un jefe quiere contratar a uno de ellos, primero tiene que ofrecerle un trabajo a jornada completa, de mínimo un año, pagándole el salario mínimo interprofesional. Además, ese jefe, deberá presentarse en su delegación de gobierno con un taco de documentación ingente, con escrituras, informes y datos de la empresa. Además, deberá pagar unas tasas en función del sueldo que le vaya a pagar, es decir unos 200 euros de tasas si paga el salario mínimo que ahora son 900 euros. Si después de todo eso, el jefe está convencido de que quiere contar con el chaval, la contratación no puede ser al momento, debe esperar tres meses hasta que se resuelva el expediente y, si es favorable, solo entonces puede trabajar. Es decir, desde que comienza el proceso hasta que de forma efectiva el chaval pueda trabajar, pasan 3 y 4 meses. En todo 2018 ha ocurrido 2 veces, entre 78 MENAS de las Semiautónomas. Si la ley de extranjería fuera menos restrictiva y si fuera solo firmar un papel, la mitad de los chicos estarían trabajando.

Esto pasa cuando el permiso de residencia de estos chicos no les permite trabajar. Otra cosa es si tienen un permiso de larga estancia de cinco años o tienes un permiso de residencia y trabajo. Pero para lograr el permiso de residencia permanente deben haber tenido tres tarjetas anteriores de residencias no lucrativas y a la cuarta o quinta renovación pueden conseguir esa tarjeta de residencia lucrativa que les da derecho a trabajar. Eso siempre que puedan seguir renovando las otras tarjetas porque, para renovarlas, extranjería les pide medios de vida que, cuando son menores, están garantizados por la Diputación pero que, a partir de los 18 años, se reducen a dos posibilidades: optan a renovarla con un contrato de trabajo mediante el proceso que he explicado antes o aportan medios de vida en ayudas. Extranjería exige que esas ayudas sean cuatro veces el salario mínimo interprofesional. Es decir, deben demostrar que cobran 3.600 euros al mes en ayudas para que les renueven la tarjeta de residencia. Alguno consigue renovar, por ejemplo, los que están dentro del Plan Joven que, a pesar de ser una ayuda tan baja, se considera medios de vida suficiente. Si no consiguen renovarla entonces quedan de ilegales a no ser que consigan un contrato de trabajo. Es la pescadilla que se muerde la cola.

Mucha gente recurre al argumento del miedo de ‘nos quitan los trabajos’ cuando hablan de extranjeros…  ¿Y a qué trabajos aspiran? Al máximo a lo que pueden tirar estos chicos en un corto periodo de tiempo es a la formación más mínima que existe, es ser el auxiliar del auxiliar. O hacen cursos de Lanbide o la FP Básica, que les permite realizar un grado medio.  Y los que llegan a grado medio son contados con los dedos de una mano. Tienen que sacarse el graduado escolar, aprender el idioma… No te van a quitar un trabajo de médico, de administrativo… A los trabajos que aspiran estos chicos son carpintería, hostelería, fontanería… Es tan complicado que consigan un trabajo que acaban yendo de temporeros a trabajar de sol a sol, afinados en cubículos y trabajando por una miseria. Hace poco hablé con uno que se había ido a Murcia y había vuelto porque era muy duro. Son trabajos que, en teoría, nadie quiere hacer.

Háblanos un poco de tu trayectoria, el tiempo que llevas en esto y de los centros en los que has trabajado. ¿Por qué elegiste esta profesión? Empecé en grupos de tiempo libre como chaval, luego me hice monitor en un lugar donde las situaciones familiares no eran las mejores que podrían ser y en ambos sitios me inculcaron unos valores sociales muy potentes. Tras eso estudié psicología social, trabajo con mujeres, inmigrantes… Y las prácticas las hice en un colegio justo el año en el que empezaron a llegar muchos chicos extranjeros y así comencé a trabajar con ellos. Primero trabajé en el centro de primera acogida de Berriz, que luego se pasó a llamar el centro de primera acogida de Amorebieta. También trabajé en el centro de emergencia del Vivero, más tarde en el Hogar Olabarrieta y desde 2015 como coordinador en las Unidades Semiautónomas de MENAS.

Y te gusta tu trabajo. Me encanta. Es muy frustrante, a veces. Es intentar tirar una pared a cabezazos y cuando le has hecho una rajita viene alguien a arreglarla y tienes que volver a empezar. Es la mejor analogía. Los procesos que hacemos son cortos y la estancia de los chicos es de 8-9 meses tras los cuales vienen otros chicos con los que tenemos que empezar de cero.

¿Cuál ha sido la experiencia más difícil o el mayor reto al que te has enfrentado? La primera vez que tuve que echar a alguien a la calle en el primer centro en donde trabajé. Fue un momento muy duro. Las pruebas de edad dieron mayores de edad a unos chavales y entonces tenían que salir a la calle. Es más, estuvieron durmiendo frente al centro de menores durante varios meses. Fue un momento muy duro. Ellos lo entendían perfectamente, pero para mí, que por aquél entonces tenía veintipocos años, fue un shock tener que echar a la calle a chicos a los que apenas les sacaba unos años. Luego ya empiezas a poner un muro para que no te afecte, porque si no… Las historias que vemos y hemos visto los educadores a lo largo de nuestra trayectoria son durísimas. Lo pasas mal en ciertos momentos, pero tienes que aprender a que no te afecte, porque sino el trabajo que vas a hacer con esa persona va a ser peor. Vas a trabajar desde la pena y no desde el lado positivo y práctico.

Si que es verdad que ahora mi trabajo es menos directo. Cuando comencé tenía solo dos Semiautónomas y trabajaba como educador y coordinador. Ahora tengo cinco y me dedico casi en exclusiva a la coordinación y gestión de los centros. Antes estaba yo solo y llegaba hasta donde llegaba; no podía atender como era debido a los chicos, profundizar en sus problemas… Ahora somos cinco educadores y se agradece trabajar en equipo, aunque ahora los momentos duros los estoy pasando con ellos porque lo pasan mal y hay que animarles. Después de tener a chavales que han funcionado bien, a los que les coges cariño y que han estado con nosotros un año … decirles ‘coge tus cosas y vete a la calle’, y saber que van a la calle, en invierno, y que esa noche dormirán, con suerte, en el albergue y que están viviendo una situación más que injusta… es duro y muy complejo de gestionar a nivel emocional para los educadores, porque al final son ellos los que dan la cara. Y, a pesar de lo duro que es, cuando me vuelva a encontrar con alguno de estos chavales y le pregunte qué tal está, me va a decir que bien. Nunca va a decir que está mal. No recuerdo ninguno que me haya llamado o haya venido buscando ayuda. Los que están bien, con trabajo o los que han conseguido la nacionalidad sí llaman de vez en cuando y quieren quedar.

El trabajo de educador es clave a la hora de guiar y de ayudar a la integración de estos jóvenes. El trabajo del educador es, en este caso, supervisión, mantenimiento, guía… Lo que es trabajo educativo puro y duro. No hay apenas trabajo asistencial. Tanto en la red básica como en la red especializada, el trabajo con las familias es fundamental para que el caso llegue a buen puerto. Aquí, por el contrario no hay familias y eso es más sencillo. En el centro donde trabajé anteriormente, que era un centro de chavales con problemas de conducta, los chicos y las chicas no querían estar ahí; aquí, en cambio, los chavales quieres estar, y es mucho más sencillo trabajar así. Desde trabajar en un lugar donde los chavales te ven como el carcelero, el restrictivo y la figura de autoridad a la que enfrentarse, a estar en un sitio donde te miran como una persona que les acompaña y les ayuda. El perfil de chavales es completamente diferente. Es más sencillo trabajar con mis chavales MENAS.

Después de todo lo que viven, ¿logran conseguir una estabilidad y una normalidad en sus vidas?  Ellos tienen las ideas muy claras, tienen un plan que es trabajar y conseguir dinero para llevárselo a sus familias. Su plan es ese: trabajo, dinero, mandar a casa. Luego se les va truncando. Vienen pensando que aquí en cuanto lleguen les darán un trabajo. Piensan así todos, los de 9, 14 hasta los de 17 años. No es barato venir y muchas de las familias de estos chicos se han endeudado para que puedan llegar hasta aquí. Si vienes debajo de un camión o autobús, te sale más barato. Si vienes en patera… algún chico me contó hace muchos años que le ofrecieron dos pateras, una de 1.000 euros, que igual no llegaba, y otra de 3.000, que llegaba seguro. Yo he conocido a un chaval que ha pagado 5.000 euros para pasar en moto acuática, y no es un chaval rico. La familia de ese chico se ha tenido que endeudar con las mafias. Con lo cual estos jóvenes se convierten en la gran esperanza de sus familias para pagar esa deuda. Ellos quieren una vida mejor y piensan que aquí la tendrán. Casi todo lo que ganan lo mandan a casa, porque tienen que pagar esa deuda y además dar de comer a sus familias. Esa responsabilidad en los hombros de un chaval de 14, 15 o 16 años pasa factura. Me acuerdo de un chico con seis hermanos cuya madre no trabajaba y su padre tenía una discapacidad, que en Marruecos era el único que llevaba dinero a casa. Decidió venir a España para intentar ganar más dinero y dar de comer a su familia y, cuando llegó aquí, lo primero que le dicen es que tiene que estudiar y que no puede trabajar. La familia le presionó de tal forma que cedió a la presión y su cabeza hizo crack. Acabó en psiquiatría bastante mal, con paranoias… Son niños y las presiones que sufren son muy grandes.

¿Nunca piensan en volver? Volver para ellos es el mayor de sus fracasos. Vuelve con un coche o no vuelvas. Muchos de los extranjeros que, durante el verano, pasan la frontera para ir a Argelia, Marruecos y demás, llevan un montón de cosas. Tienen que enseñar que sus vidas son buenas allí donde están. Llevan regalos y cosas materiales para ‘demostrar’ que les va bien en la vida. Si tienes a tu familia a 5.000 kilómetros, pasando hambre y tú aquí estás pasando las de Caín, qué les vas a decir, ¿qué estás mal? Yo no diría a mi familia la verdad, ni ellos tampoco lo hacen, porque quieren protegerles de ese sufrimiento. Y eso a veces hace que venga más gente por el efecto llamada: “Joe, pues el vecino de tal dice que está bien”. Ellos dicen que están bien, que tienen su casa, su coche… No quieren preocuparles.

¿Crees que Basauri es un buen lugar para acoger a estos chavales? Basauri tiene todos los sitios que los chavales necesitan, el pueblo nos acogió bien… Con los vecinos hemos tenido alguna diferencia, pero nada que no se pueda subsanar. Lo llevan mejor o peor dependiendo mucho del grupo que tengamos. Algunos jóvenes les cuesta adaptarse a la convivencia en los pisos y hay que meterles más cañas que a otros, por el ruido y porque no están acostumbrados a este tipo de viviendas… pero en general bastante bien. Estoy muy contento con estar en Basauri, y los chavales también.

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Toktam: “Apuntarme a clases de euskera me ha ayudado mucho a integrarme en Basauri”

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Toktam tiene 38 años y llegó a Basauri hace 7 desde Irán / Cedida

‘Basauriko auzokide berriak: ¿somos un pueblo acogedor?’. Es el título del cortometraje que se presentará este sábado 25 de enero a las 11:00 horas en la Taberna Mayor, con testimonios de siete vecinos de Basauri en relación a la acogida recibida como personas migrantes. Se trata de un trabajo realizado por el grupo motor de la red antiRumores, una iniciativa promovida por el Ayuntamiento de Basauri que tiene como objetivo sensibilizar a través de diferentes actividades, sobre el daño que hacen los prejuicios y rumores hacia otras culturas. En el corto se escucharán los testimonios de Ali (Marruecos), Fati Metu (Sahara), Jon (Colombia), Nati (Bolivia), Carol (Argentina), Bouba (Senegal) y de Toktam (Irán). Hemos charlado con Toktam, iraní de 38 años, para que nos explique cómo ha sido su experiencia en Basauri desde que llegó hace siete años.

¿Cómo nació este proyecto y por qué te animaste a participar en él? La idea surgió dentro del grupo antiRumores del plan del Ayuntamiento de Basauri para la convivencia intercultural. Yo estoy en el grupo promotor de la red y a principios del año pasado tuvimos la reunión anual para planificar posibles futuras actividades. Surgió la idea de dar voz a las personas migrantes en Basauri a través de un corto, con sus testimonios directos. Nos parecía una forma interesante de llegar a la gente.

En el corto se da voz a siete personas. ¿Son muy diferentes las experiencias que habéis tenido como migrantes residentes en Basauri? No hemos visto el resultado definitivo, va a ser una sorpresa tanto para los que acuden como público como para las personas que participamos.  Pero, en general, por los casos que he ido conociendo, diría que la situación de cada persona cambia mucho dependiendo del punto de partida con el que llegues. Para mí, por ejemplo, ha sido mucho más fácil, porque mi pareja es de Basauri.

Imagen de las personas que participan en el cortometraje / Basauriko Udala

¿Cuándo llegaste y cómo ha sido tu experiencia personal en este tiempo? Vine a Basauri hace ya siete años y en general me han tratado muy bien, siempre hay casos aislados, como en todos los sitios. Una de las herramientas que más me ha ayudado a integrarme ha sido apuntarme a aprender a euskera. Gracias al berbalagun he formado una cuadrilla, quedo habitualmente con ellos y me he metido mucho en la vida del día a día de Basauri. Curiosamente tengo más relación con gente de Basauri que con iraníes afincados en Bilbao o en otras zonas de Bizkaia.

Aparte de las diferencias obvias entre vivir en Irán y Basauri, ¿qué es lo que más te chocó cuando llegaste? Yo vivía en una ciudad de 15 millones de habitantes, así que solo con eso te puedes hacer a la idea de las grandes diferencias que hay simplemente, por ejemplo, en el horario comercial. Allí hay tiendas abiertas las 24 horas. Al principio se me hacía raro, pero luego me fui acostumbrando. Además, vivo en San Miguel y estoy encantada con la tranquilidad que se respira en esta zona.

¿Qué crees que se podría mejorar en Basauri respecto a la forma en que se acoge a las personas migrantes? Creo que es un pueblo acogedor e inclusivo, aunque siempre se puede hacer algo más, está claro. Tenemos muchas ideas para seguir desarrollando actividades dentro de la red antiRumores. Por ejemplo, he acudido a ferias gastronómicas donde se elaboran comidas de otros países en pueblos como Berriz o Zaldibar. Es una forma de conocer otras culturas y también a personas de otras procedencias. Hace un tiempo se hacían en Basauri  comidas en la que participan dos familias o grupos de personas de culturas distintas que se realizaban en la casa de una de ellas. Se paró con la pandemia y sería buena idea retomarlas.

¿Y qué le dirías a un migrante que acaba de llegar a Basauri? Al principio, cuando llegas lo ‘fácil’ es relacionarte con los tuyos, quizá porque te sientes más comprendido, pero creo que es importante integrarse con los basauritarras y su día a día. También puede participar en la red antiRumores y animarse a aprender euskera como he hecho yo. Que además ya tengo muy buen nivel. (Ríe)

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Basauri

Basauri declarará cuatro zonas de protección acústica especial por el ruido del tráfico ferroviario y rodado

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Basauri está tramitando la aprobación inicial de su Plan de Acción contra el Ruido 2025-2029 / Basauriko Udala

El Ayuntamiento de Basauri está tramitando la aprobación inicial de su Plan de Acción contra el Ruido 2025-2029, un instrumento con el que pretende mitigar los efectos de la contaminación acústica en el municipio. Teniendo en cuenta criterios “objetivos” y las zonas ya consensuadas en la etapa anterior del plan, proponen declarar cuatro zonas de protección acústica especial: Kareaga Goikoa-Vías-Adif, Vías ADIF-San Miguel, San Fausto y Lehendakari Aguirre. En las tres primeras zonas, la fuente de ruido está vinculada al tráfico ferroviario y en la última al tráfico rodado.

La declaración de zona de protección acústica especial supondrá que cada espacio deberá tener un plan zonal asociado. “En los planes zonales, que ya están incluidos en el nuevo plan del ruido, se definen las medidas correctoras a implantar y las instituciones o entidades responsables de ejecutarlas, siempre de forma consensuada”, ha explicado Irene García, concejala de Medioambiente del Ayuntamiento de Basauri.

CONSENSO CON ADIF

En el caso de Kareaga Goikoa, San Miguel y San Fausto, es ADIF la entidad que deberá poner en marcha distintas medidas correctivas. Por ejemplo, los apantallamientos acústicos y la cobertura de vías, acciones ya contempladas en el proyecto de construcción del nuevo edificio de viajeros de la estación Bidebieta-Basauri. En ese sentido, responsables municipales han recordado que el Ayuntamiento de Basauri  ya tienen avanzadas gestiones ante el operador ferroviario, puesto que en el mes de junio presentó alegaciones a los Mapas Estratégicos de Ruido de los Grandes Ejes Ferroviarios.

Respecto a la calle Lehendakari Agirre, el Ayuntamiento de Basauri va a destinar una partida de alrededor de 128.000 euros a la redacción de proyecto de “humanización” de dicha vía, es decir, a repensar la organización y el flujo del tráfico rodado y peatonal, la zona de aparcamientos y, en definitiva, fomentar una movilidad sostenible que también genere menos contaminación acústica. Esta medida se enmarca también en el Plan de Movilidad Urbana Sostenible que en breve aprobará en Ayuntamiento de Basauri.

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Basauri

La Torre de Ariz acoge una exposición de realidad virtual interactiva de la artista bilbaína Águeda Simó

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La exposición podrá verse en la Torre de Ariz hasta el 7 de febrero / Cedida

La Torre de Ariz acoge la exposición de realidad virtual ‘Uncertain Space’ de la artista bilbaína Águeda Simó, un instalación interactiva con proyecciones 3D que puede visitarse hasta el 7 de febrero. La exposición permite explorar dimensiones ocultas de un universo kárstico virtual  cuyas cavidades, túneles y seres fantásticos emergen mágicamente de la pantalla.

La exposición utiliza diferentes técnicas de realidad virtual como gráficos en tiempo real, sonido espacializado y visualización estereoscópica. A través de ellas se configura un paisaje audivoisual, “que desafía percepción de la realidad al entrelazar el espacio físico y el virtual a través de ambigüedades espaciales y sus múltiples dimensiones”, según ha explicado Águeda Simó. Estas técnicas nos permiten penetrar en las dimensiones ocultas de diversos biotopos, “que incluyen misteriosos bosques y helictitas que desafían la gravedad”, ha detallado Simó. Las dimensiones de las superficies topográficas del entorno, de las que inicialmente solo percibimos las sombras, se entrelazan a través de fisuras y cavidades para mostrar las ambigüedades del espacio y sus múltiples dimensiones.

PIONERA EN OBRAS DE REALIDAD VIRTUAL

El entorno virtual Uncertain Space fue inicialmente creado para el sistema de realidad virtual CAVE, de cinco proyecciones, en la universidad politécnica de Madrid, CEDINT. Actualmente ha sido adaptado para su exposición en la sala de Torre de Ariz con un sistema de retroproyección estereoscópica frontal.

Águeda Simó es una artista e investigadora de Bilbao, pionera en la creación artística de obras de realidad virtual. Simó nició su trabajo en 1992 en ART+COM, Berlín, el primer centro europeo con un sistema de realidad virtual. Su formación en arte, ciencias de la información y computación gráfica le ha llevado a desarrollar proyectos artísticos y de investigación. En ellos ha utilizado conceptos de las matemáticas, la biología, la neurociencia y la interacción humano-computador. Su obra se ha exhibido ne varios países y ha sido docente en varios universidad. Actualmente es profesora titular en la universidad pública de Beira Interior, Portugal.

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Basauri

Basauri gastó más de 80.000 euros para subsanar destrozos por actos vandálicos en 2024

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Desperfectos en la carpa de Solobarria / Basauriko Udala

El Ayuntamiento de Basauri tuvo que afrontar un gasto de 82.397 euros para subsanar los efectos de los diferentes actos vandálicos que se sucedieron en el municipio a lo largo del año 2024. Entre ellos, destrozos en columpios, contenedores y ascensores o pintadas o la rotura de mobiliario urbano.

La retirada de las pintadas de paredes de edificios o de la carpa de Solobarria fueron algunos de los actos incívicos que supusieron un mayor gasto, en total, 45.800 euros. Por su parte, el Consistorio tuvo que invertir otros 12.000 euros para reponer diez contenedores quemados. Los actos vandálicos en los baños públicos ocasionaron un coste adicional de 1.016 euros en limpiezas especiales y la reparación de roturas de vidrios en las rampas mecánicas 4.260 euros.

DESPERFECTOS EN ASCENSORES

Las arcas municipales también tuvieron que desembolsar 11.844 euros para reparar los desperfectos en ascensores producidos por comportamientos incívicos. Además, en el parque de Bizkotxalde se tuvo que realizar gasto de 7.477 euros para colocar un nuevo suelo de seguridad y redes a causa de su mal uso. El Ayuntamiento ha hecho un llamamiento a esa minoría para que reflexionen sobre las consecuencias de sus actos, “ya que afectan directamente a sus propios vecinos, degradan espacios públicos compartidos y suponen un gasto extra que también repercute negativamente en toda la ciudadanía”.

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Basauri

Borja Berrosteguieta: “Trabajar en la última temporada de Juego de Tronos fue una experiencia inolvidable”

Empezó trabajando en un hotel y en 2005 se graduó en una carrera de producción de cine y televisión. Desde entonces, ha participado en numerosas series y programas para la BBC o Netflix como cámara.

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El basauritarra Borja Berrosteguieta lleva más de 25 años viviendo en Leeds / Cedida

Criado en Basozelai, el basauritarra Borja Berrosteguieta (47 años) lleva más de dos décadas viviendo en Leeds, en el condado de Yorkshire en Inglaterra. Empezó trabajando en un hotel y en 2005 se graduó en una carrera de producción de cine y televisión. Desde entonces, ha participado en numerosas series y programas para la BBC o Netflix como cámara, alguna de ellas de mucho éxito como ‘Happy Valley’, ‘Gentleman Jack’, ‘Todas las criaturas grandes y pequeñas’ o la última temporada de ‘Juego de Tronos’.

¿Cuándo y por qué decides trasladarte de Basauri a Leeds? Llegué para trabajar en un hotel en las Navidades de 1999. Tan sólo tenía experiencia laboral el sector de hostelería. Había hecho un año de estudios audiovisuales en una escuela de cine en Deusto, pero mi intención era la de ir a la universidad en Leeds. Hice un par de cursos que me dieron acceso al sistema educativo británico y empecé la universidad en 2001. Me gradué en junio del 2005 en una carrera de producción de cine y televisión.

¿Ibas con intención de quedarte mucho tiempo o fue surgiendo de forma natural? Con 21 años no tienes muy claro lo que vas a hacer, sobre todo viviendo en el extranjero, pero siempre me he sentido cómodo aquí, tanto estudiando como trabajando. Nunca pensé que fuera a estar tantos años en Leeds. Quizás debería de haber ido a vivir a Londres pero he trabajado varias veces allí, también en Manchester, Liverpool, Belfast o incluso en un rodaje en Mallorca, así que he tenido muchas experiencias en otras ciudades.

¿Qué es a lo que más te costó acostumbrarte? Al principio estaba en una zona muy a las afueras y no tenía ni idea de lo que pasaba en la ciudad ni lo que podía hacer con mi vida a parte del trabajo en el hotel. A los seis meses dejé el trabajo y me mudé a la ciudad donde empecé a estudiar. A partir de ahí todo cambió para mejor. Hice grandes amistades que hoy en día son muchos de mis mejores amigos.

¿Qué es lo que más te gusta de Leeds? Siempre ha sido una ciudad muy universitaria, con mucha gente joven, bares, cines, grupos musicales…Mi juventud aquí fue muy estimulante a nivel creativo, con muchas experiencias inolvidables. Nos lo pasamos muy bien la verdad y ¡no teníamos redes sociales!

Borja, acompañado por algunos actores de Juego de Tronos / Cedida

¿Son muy diferentes los basauritarras y los habitantes de Leeds? Pues sí, hay que saber adaptarse y quizás esa haya sido mi mejor cualidad. En general aquí hay muchos currelas (working class) como en Basauri. Les gusta salir y socializar aunque es diferente a como lo hacemos nosotros en general. En Euskadi nos gusta comer y beber, ¡aquí se le da más prioridad a beber! Las cosas han cambiado mucho en la sociedad en general. ¡Es muy diferente Leeds o Bilbao hoy en día que hace 20 años! Aquí siempre ha habido mucha diversidad cultural y he hecho amigos de muchísimos países, no sólo europeos, de todo el mundo.

Ahora trabajas para series y programas de la BBC, ¿cómo conseguiste introducirte en ese mundo? Sí, para la BBC he hecho muchas series, Netflix, etc. Empecé a trabajar de aprendiz de cámara en el 2005-6 aunque ya durante la universidad había hecho cortos y vídeos musicales. De hecho presenté un par de cortos al Zinebi de Bilbao en el 2004 y el 2005. Luego ya te metes de lleno en el mundo profesional y eres freelance. Está todo muy jerarquizado, y tienes que estar varios años en tu rango para ir progresando en el departamento que estés. ¡Por eso cuando ves los créditos al final de las películas hay tanta gente! Cuesta mucho dinero todo y se necesitan entre 50 a 100 personas muchas veces, o más, dependiendo de la magnitud del proyecto.

Las productoras suelen ser independientes y son las que hacen el proyecto. Ellas son las que contratan tus servicios para 4 meses, 2 semanas o un día incluso. Mañana por ejemplo tengo que ir a una serie en Manchester a hacer un día sólo en un serie nueva que se llama Talamasca. Luego estas series las compran y distribuyen empresas como la BBC o Netflix aunque ellas mismas también producen su propio contenido.

¿En que series o programas conocidos has tenido la oportunidad de trabajar? Tuve el privilegio de trabajar en la última temporada de Juego de Tronos. Estuve 8 meses en Belfast y fue una experiencia inolvidable. Aquí en la zona de Leeds he trabajado en series de éxito como ‘Happy Valley’, ‘Gentleman Jack’o ‘Todas las criaturas grandes y pequeñas’, que se ha hecho muy popular a nivel mundial.

Placa de reconocimiento del trabajo de Borja en Juego de Tronos / Cedida

¿En que proyecto estás actualmente trabajando? Enseguida empezamos otra temporada de ‘Todas las criaturas grandes y pequeñas’, ¡la sexta ya! He tenido la suerte de trabajar en las otras 5 temporadas y es mi trabajo favorito. Los actores y el equipo técnico somos ya como una familia, ya que hemos compartido muchos años de rodajes por los preciosos Yorkshire Dales, una zona rural de una gran belleza.

¿Vuelves a menudo a Basauri? Sí, vuelvo cada vez que encuentro un hueco. Tengo un hijo de 7 años y quiero que tenga todo tipo de experiencias en la vida y Euskadi nos ofrece mucho. Además, visitar a la familia y a los amigos no tiene precio. Cuando voy me gusta hacer cosas sencillas,como quedar para comer un menú del día o echarnos unos zuritos y pintxos con la familia o amigos.

¿Y tienes intención de volver a vivir a Basauri en algún momento? Sí, en 12 años o así me gustaría tener un piso por allí. Llevo casi 27 años en Inglaterra, en dos etapas distintas, Cornwall primero y luego Yorkshire. Creo que en unos 12 años cuando mi hijo sea adulto empezaré a ir pasando más tiempo por allí que por aquí. Sin agobios, poco a poco. En Euskadi se vive muy bien.

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