Hace más de 36 años, Javier de la Torre (Basauri, 1960), comenzó su trabajo como camarero de trenes de largo recorrido por toda la geografía española. Sus horarios le permitían disfrutar de varios días libres seguidos y “buscando un entretenimiento” empezó a aprender en un taller artístico cercano a su casa. Desde entonces, lleva más de 20 años trabajando sobre todo el hierro en la escultura y los retratos elaborados con piezas de mosaicos, creados en su taller de San Miguel. En total, Javier ha hecho 26 exposiciones individuales en ciudades como Bilbao y otros pueblos de alrededores, Málaga o Pamplona. Ahora, se puede disfrutar de la muestra ‘Blanco y Negro’ en la Casa Torre de Ariz de Basauri hasta el 8 de febrero. Una expo que reúne dos de su grandes pasiones: los retratos y la música de jazz.
El mosaico no es una técnica muy extendida. ¿Qué te llevo a utilizarla? Es cierto que no se ve habitualmente, yo comencé con ella hace ya diez años, pero ahora mismo no conozco a nadie más que lo haga. En las exposiciones se ve foto, pintura, acuarela, dibujo… Pero técnicas como el mosaico se ven mucho menos, porque se requiere mucho tiempo para trabajarla. Ya la usaban los egipcios hace 4.000 años y también los romanos o incluso los aztecas. A mi me encanta a pesar de su laboriosidad y además, hay que intentar hacer algo que sea diferente, que sorprenda al espectador. Y el material en sí me encanta, se consigue brillo, y sensación de movimiento cuando te vas acercado o alejando.
En la exposición ‘Blanco y Negro’ expones retratos de músicos del jazz, una de tus grandes pasiones. La verdad es que esta expo reúne dos de mis mayores intereses: los retratos y el jazz. Siempre me han gustado mucho los retratos; empecé con una colección de 23 mujeres de Picasso y después otra de 18 personajes que me han dicho algo en mi vida. Desde Gandhi, Tapies, Dalí o Picasso (que me obsesiona), hasta Falla, García Lorca, Sabina o Madonna. Sin olvidar a mi chica o a mi hijo mayor, a los que también he retratado. En cuanto al jazz, me apasiona y empecé a conocer a fotógrafos de conciertos, cuando acudía a directos por toda Bizkaia, Miranda de Ebro, Pamplona, Vitoria…. En 2016 me propusieron hacer un expo en el Festival Internacional de Getxo y desde entonces llevo 7 exposiciones de músicos de jazz y estoy muy contento.

La expo puede verse hasta el 8 de febrero / Cedida
¿Por que tus retratos de músicos de jazz son en blanco y negro? Tengo casi 60 años y mis recuerdos del jazz parten de lo que veía en la televisión cuando era joven. Recuerdo a los negrazos grandisímos, sudorosos, los contrabajos… Y así se ha quedado en mi memoria y es como me gusta verlo. Además es que técnicamente sería complicado hacerlos de otra forma, porque el color de la piel no existe en el azulejo que uso, el normal, el que se utiliza habitualmente en los baños o en las cocinas. Trabajo con 6 colores: blanco, negro y cuatro grises y con eso tengo que conseguirlo todo.
¿Qué buscas en un fotografía para que se idónea para trabajar con tu técnica? Hay que intentar que sea una foto que tenga profundidad, para poder darle textura. Es importante que me diga algo, que desprenda sentimiento, por ejemplo cuando el músico está en pleno esfuerzo para tocar el instrumento. He trabajado con diversos fotógrafos, entre ellos José Horna, también de Basauri y fotógrafo de jazz desde hace más de 20 años. Algunos profesionales me han llamado para que trabaje con sus fotos, pero no puedes hacer todo. Hay que tener en cuenta que un retrato me puede llevar 10 o 11 horas al día durante un mes.

Otra de las piezas de ‘Blanco y Negro’ / Cedida
Además de mosaico también trabajas escultura en hierro. Sí, de hecho en la expo hay cuatro hierros, a los que llamo “cajas basaurianas”. En el mosaico soy autodidacta, pero en la escultura tuve un gran maestro, el profesor Txente Arretxea, que me supo envenenar. Tuve la gran suerte de que me desbloqueara y de que me encaminara y después me dejó andar solo. Y ya llevo más de dos décadas en esto. En la escultura me inspiran artistas como Chillida, Oteiza, Ibarrola..
Tienes tu profesión como camarero de trenes de largo recorrido. ¿Cómo combinas tu trabajo con tu pasión por el arte? Llevo 36 años trabajando en los trenes y estoy encantado. Nunca he tenido horarios convencionales, por ejemplo estuve 13 años yendo de viernes a lunes a Málaga y el resto de la semana aprendía y me dedicaba al arte. Ese ha sido mi gran acierto y mi gran error. Acierto porque me encanta y apasiona y error porque me ha enganchado de tal forma que tengo una dependencia muy grande. Todo el tiempo que le dedico se lo robo a mi familia, así que tienes que tener a gente muy comprensiva a tu lado. Y yo he tenido y tengo esa suerte.
